John
Gotti nació en el barrio neoyorquino del Bronx en 1940. A los doce
años, su familia se trasladó a Brooklyn, en donde el futuro jefe mafioso
tuvo sus primeras andanzas en las calles, tras abandonar la escuela en
octavo grado. Así, su primer encuentro con el crimen no fue del todo
exitoso. A los 14 años intentó asaltar un camión con cemento, pero el
plan falló luego que el vehículo le cayo encima de los dedos de un pie y
tuvo que permanecer hospitalizado durante todo un verano. Debido a
ello, a Gotti siempre le quedó una ligera cojera. El muchacho dijo a la
policía que sólo se trataba de una broma infantil.
En 1959, Gotti se casó con Victoria DiGiorgio, la hija de un constructor italiano, con quien tuvo cinco hijos. En los años venideros, el joven neoyorquino fue arrestado en cinco oportunidades, por distintos cargos. Con menos de 24 años de edad, ya había sido encarcelado por robo, asalto y estafa.
En 1966 Gotti entró en la Mafia, encabezada entonces por Carmine y Daniel Fatico. Operaban desde un local, el Bergin Hunt and Fish Club, en el barrio de Queens para uno de los jefes de la familia Gambino, Aniello Dellacroce. La verdadera carrera criminal de Gotti empezó entonces, prosperó y la familia se mudó a un bonito apartamento en Brooklyn, donde tuvieron un cuarto hijo, Frank. Los Gambino lo reclutaron como matón y poco después le confiaron el saqueo sistemático de los materiales utilizados en la construcción del aeropuerto John Fitzgerald Kennedy, hasta que fue descubierto y condenado a tres años de cárcel en Lewisburg. Con tan sólo treinta y un años, Gotti se convirtió en el capo de la banda de Bergin y, con Dellacroce en la cárcel, empezó a visitar con frecuencia a Don Carlo Gambino, a quien se dirigía con sumo respeto.
Así, rápidamente Gotti pasó de ser el autor de pequeños robos a mano armada a participar en crímenes de marca mayor. Fue justamente en 1973 cuando se ganó el respeto de su clan al matar a James McBratney, un miembro de un grupo gangsteril sospechoso de secuestrar y asesinar a un sobrino de Gambino. En 1975, John Joseph fue condenado a cuatro años de prisión por robo, y durante los dos años que pasó en la cárcel de Green Haven asistió a clases de cultura italiana e hizo mucha gimnasia. Mientras Gotti pasaba dos años en la cárcel por aquel robo, Carlo Gambino murió, siendo sucedido en el mando del clan por uno de sus primos, Paul Castellano. El reemplazo no fue bien visto por el mafioso nacido en el Bronx. En ese sentido, un agente retirado del FBI consultado por CNN, indicó que en 1985 había una seria disputa entre la facción Gotti de la familia y el jefe, Paul Castellano. Y el principal tema era que Castellano sospechaba que la gente de Gotti estaba involucrada en el tráfico de heroína. Para el jefe de los Gambino era preferible hacer dinero en negocios menos riesgosos.
El 18 de marzo de 1980, una desgracia conmocionó a la familia Gotti: el pequeño Frank, de doce años, murió atropellado por el coche de un vecino. Victoria nunca se sobrepuso a aquella fatalidad y fue ella misma quien pidió venganza. El vecino desapareció misteriosamente tras ser introducido en un coche por unos matones, pero nadie pudo probar que Gotti estuviera detrás del homicidio.
El 16 de diciembre de 1985, bajo las órdenes de Gotti, una banda mató a la salida de un restaurante de Manhattan a Castellano y a uno de sus subjefes, Thomas Bilotti. Gotti presenció el hecho desde un automóvil. Pocas semanas después, el hasta entonces oscuro jefe medio de la familia, John Gotti, asumió como nuevo jefe máximo de los Gambino y designó a Salvatore Gravano como su mano derecha.
De esta forma, a lo largo de siete años, Gotti consolidó su poder en Nueva York, manejando todos sus negocios desde el centro de Manhattan. Acostumbrado a la exposición pública y a la ostentación, acostumbraba a invitar a otros jefes mafiosos a su residencia. A través de un conglomerado de empresas fantasmas y la sumisión de los sindicatos, controlaba un sinfín de sectores económicos, desde la construcción hasta la recogida de basura pasando por la hostelería, el transporte, la prostitución y la industria textil. Por si fuera poco, logró salir absuelto en un juicio por asociación con el crimen organizado. Sin embargo, tanto derroche publicitario no gustó a los jefes del resto de las familias de Nueva York. Vincent Gigante, jefe de la familia Genovese, insinuó la posibilidad de asesinarlo. El FBI descubrió la conspiración y John Gotti pasó a ser un protegido de la Administración de Justicia norteamericana hasta la celebración de un nuevo juicio por asesinato y salió indemne de la acusación.
Los detectives que seguían los pasos de la familia Gambino no tardaron en conocer las frecuentes subidas a un apartamento. Su jefe, George Gabriel, decidió que ese apartamento era el lugar ideal para poner un micrófono oculto y poco después lograron grabar algunas conversaciones que delataron a Gotti. El 11 de diciembre de 1990, una patrulla del FBI formada por diez agentes y tres detectives se apostó a la entrada del edificio para detener a los principales capos de la familia.
En 1992, el brazo derecho de Gotti, Salvatore Gravano, fue acorralado por la policía federal, quien, a cambio de su libertad, se acogió al plan de protección a testigos y delató a su jefe porque, según Gravano, John pensaba traicionarlo. Ese mismo año, Gotti fue condenado a cadena perpetua por seis asesinatos, incluidos los de Castellano y Bilotti. Desde la cárcel, Gotti nombró a su hijo, John Gotti Junior, como su sucesor. Este escogió a Nicholas Corozzo como su brazo derecho.
No obstante, en medio de la absoluta decadencia del clan, en abril de 1999, Gotti Jr. se declaró culpable de extorsión y lavado de dinero, cayendo así el último de los jefes importantes de la mafia neoyorquina. Posteriormente, el mando de los Gambino sería tomado por Peter y Richard Gotti, hermanos de John Gotti, quienes también fueron arrestados.
Considerado por muchos como el último de los mafiosos clásicos, había sido trasladado en 2001 -debido a su enfermedad- a Springfield, Missouri desde la prisión de Marion, en Illinois. El jefe mafioso tenía serias lesiones causadas por un cáncer en la lengua, el cuello y los oídos. A los 61 años, murió el 10 de Junio de 2002 en un centro médico de Missouri, ciudad en donde cumplía su condena a cadena perpetua desde 1992.
Con él desaparecía un mundo y acababa una época. Mientras las familias de origen siciliano languidecen entre la decadencia, las luchas fratricidas y los jefes mediocres, la mafia rusa, más violenta, mejor organizada y con un arsenal mucho mayor de armas, drogas y mercenarios, se ha adueñado de las calles de Brooklyn, el mismo escenario de donde partió Al Capone a la conquista de Chicago y en el que floreció años después John Gotti, su más insigne y rendido admirador. Su leyenda de capo seductor lo convirtió en padrino de la familia Gambino y en uno de los hombres más temidos de la ciudad de Nueva York.
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